Parálisis cerebral infantil

La parálisis cerebral es un trastorno que afecta al tono muscular, el movimiento y las habilidades motoras (la facultad de moverse de forma voluntaria y coordinada). La parálisis cerebral suele ser consecuencia de un daño cerebral que ocurre antes o durante del nacimiento del bebé o en los primeros 3 a 5 años de la vida del niño.

El trastorno motor de la parálisis cerebral con frecuencia se acompaña de trastornos sensoriales, cognitivos, de la comunicación, perceptivos y/o de conducta, y/o por epilepsia.

La prevalencia es de 2-3 de cada 1000 nacidos vivos.

 

Existen cinco tipos de parálisis cerebral:

  • La parálisis cerebral espástica, que cursa con rigidez y dificultades de movilidad.
  • La parálisis cerebral atetoide (también llamada discinética), que cursa con movimientos involuntarios y descontrolados.
  • La parálisis cerebral atáxica, que cursa con alteraciones en el sentido del equilibrio y en la percepción de la profundidad.
  • La parálisis atónica, que se caracteriza por disminución del tono del niño de manera generalizada, reflejos aumentados, debilidad de miembros inferiores.
  • La parálisis cerebral mixta, la cual es la combinación de trastornos motores y extrapiramidales con alteraciones de tono y combinaciones, como hemiplejía, diplejía, etc.

La parálisis cerebral no se puede curar, pero el tratamiento, el uso de equipos especiales y, en algunos casos, la cirugía, pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los niños afectados por este trastorno. Esta afección no mejora con el tiempo.

Causas.

Es complicado determinar el origen exacto de la mayoría de los casos de parálisis cerebral, pero muchos de ellos son consecuencia de problemas que ocurren durante el embarazo, en los cuales el cerebro se daña o no se desarrolla con normalidad.

Estos problemas pueden deberse a infecciones, a problemas de salud de la madre, a un trastorno genético o cualquier otra cosa que interfiera en el desarrollo normal del cerebro. Los problemas que ocurren durante el parto y el nacimiento también pueden ocasionar parálisis cerebral en algunos casos, aunque solo se trata de casos excepcionales.

Los bebés prematuros, sobre todo aquellos que pesan menos de 1.510 g tienen mayor riesgo para presentar esta afección, así como las presentaciones múltiples en el caso de mellizos y trillizos.

El hecho de sufrir lesiones cerebrales durante la lactancia o la primera infancia también puede evolucionar a una parálisis cerebral. Un bebé o un niño de menos de tres años puede sufrir daño cerebral a consecuencia de una intoxicación por plomo, una meningitis bacteriana o por recibir una alimentación inadecuada, al ser zarandeado cuando solo era un bebé (síndrome del bebé sacudido) o por sufrir un accidente de tráfico sin llevar una sujeción adecuada.

Síntomas.

Entre los signos precoces de esta afección se puede presentar:

  • Persistencia de los reflejos arcaicos.
  • Ausencia de reacciones de enderezamiento.
  • Pulgar incluido en la palma de la mano.
  • Hiperextensión de ambas extremidades al suspenderlo de las axilas.
  • Asimetrías (en hemiplejías).
  • Anomalías del tono muscular: Hipertonía (Aumento en el tono muscular, hiperextensión cefálica, espasmos intermitentes, etc…) o hipotonía (Tono postural bajo, posturas extremas “en libro abierto”, etc…)

Es importante saber que puede estar asociado a diferentes trastornos motores y auditivos en el aspecto sensorial y también pueden cursar con trastornos cognitivos, como el retraso mental severo.

Tratamiento.

En la actualidad, la parálisis cerebral no tiene cura, pero existen numerosos recursos y tratamiento que permiten ayudar a los niños que la padecen y mejorar su calidad de vida.

Los distintos tipos de tratamiento permiten que los niños afectados por una parálisis cerebral alcancen su máximo potencial en crecimiento y desarrollo. En cuanto se diagnostica una parálisis cerebral, el niño puede comenzar el tratamiento de sus problemas de movimiento, aprendizaje, habla, audición y desarrollo social y emocional.

Es posible que sea necesario contar con distintos especialistas médicos para tratar a un niño con parálisis cerebral. (Por ejemplo, puede ser necesario trabajar con un neurólogo para tratar sus convulsiones o con un ortopedista para tratar las afecciones neuromusculares, dislocación de cadera, etc…) Si el equipo de profesionales médicos está formado por distintos especialistas, es importante disponer de un pediatra de atención primaria o de un especialista en parálisis cerebral que coordine las atenciones médicas que recibe el niño.

También contará con un equipo de profesionales que trabajarán con usted para satisfacer las necesidades de su hijo. Es posible que este equipo incluya a terapeutas, psicólogos, educadores, enfermeros y trabajadores sociales.

Diagnóstico.

El diagnóstico es fundamentalmente clínico, tomando en cuenta lo siguiente:

  • Historia clínica (Factores de riesgo).
  • Valoración el correcto desarrollo del niño.
  • Observación de la actitud y actividad del niño.
  • Observación de los patrones motores del niño (movimientos finos y amplios)
  • Examen del tono muscular.
  • Valoración de los diferentes reflejos que presenta el niño. (ROT, Babinsky, etc…)
  • Presencia de signos y síntomas mencionados anteriormente.

En un bebé nacido a término que no presente factores de riesgo para desarrollar una parálisis cerebral, puede ser difícil diagnosticar este trastorno durante el primer año de vida. A menudo los pediatras no lo hacen hasta después de detectar retrasos importantes en los hitos evolutivos normales (como coger juguetes a los 4 meses o sentarse a los 7 meses), que pueden ser indicativos de una parálisis cerebral.

Los estudios de imagen pueden complementar el diagnóstico, entre los más usados encontramos la neuroimagen, la resonancia magnética y la tomografía.

Pronóstico.

Al ser una afección que no tiene cura, el pronóstico de los niños con parálisis cerebral puede ser bueno en cuanto a la calidad de vida que puedan presentar, teniendo siempre en cuenta la colaboración de los diferentes especialistas y personales de salud para poder brindarle el mejor apoyo y la mejor calidad de vida al niño.

Complicaciones.

Se han de tener en cuenta el riesgo de problemas emocionales, más frecuentes a partir de la edad escolar. Al mismo tiempo los cambios físicos, el crecimiento rápido en la adolescencia, acarrean el riesgo de empeoramiento de las complicaciones ortopédicas, por lo que se recomienda un tratamiento de fisioterapia “de mantenimiento”, dirigido a evitar trastornos posturales, escoliosis, aumento de las retracciones tendinosas.

¿Cuándo contactar a un profesional médico?

Se debe valorar a los niños eventualmente con su pediatra de preferencia, sin embargo, si usted sospecha alguna afectación o el niño presenta alguno de los signos mencionados anteriormente es necesario llevar al niño con el especialista.

Referencias.

Robaina-Castellanos GR, Riesgo-Rodriguez, Robaina-Castellanos. Definición y clasificación de la parálisis cerebral: ¿un problema resuelto? Rev Neurol 2007; 45: 110-117.

Macías L, Fagoaga J. Fisioterapia en Pediatría. Madrid: McGraw-Hill/Interamericana de España, 2002.

Arguelles Pilar. Parálisis cerebral infantil. Servicio de neurología, hospital de Sant Joan de Deu, Barcelona. AEP. 2008.

Guía de Práctica Clínica. Abordaje y manejo del niño con parálisis cerebral infantil con comorbilidades neurológicas y musculo-esqueléticas. México: Secretaría de Salud, 2011.